Las Grassroots como el corazón de la democracia

grassroots


Según Tocqueville (1835) existían ciertos peligros en la tendencia a la democratización.

¿Qué hacer cuando gobierna la mayoría y se transforma en mayoría depotista?»

La centralización está enlazada a la tendencia hacia la democracia: cuando la igualdad va en ascenso, la centralización sigue su curso y el resultado es la centralización de los poderes. Al centralizar estos poderes, el poder se convierte en abrumador, tanto que el ciudadano ordinario comienza a sentirse impotente.

Esa combinación de gobierno central poderoso con una población apática es la receta para el desmantelamiento gradual de las libertades civiles.

La demagogía la define como el «hábito de los políticos en busca de poder para satisfacer a la población apelando a sus prejuicios, esperando ser electos o reelectos».

En una monarquía si se quiere avanzar se debe halagar al soberano; en una sociedad democrática, el soberano es la gente, por lo tanto se recurre a los discursos engañosos impregnados de falsas esperanzas para «halagar» e incentivar a la población a votar.

La desventaja de la democratización, según Tocqueville es que el gobierno central se vuelve muy poderoso y deja marginados a los civiles.

No obstante, el mejor antídoto para contrarrestar el abrumador poder del estado central, de acuerdo a Tocqueville, son las grassroots.

Las grassroots se definen como «una forma de asociación, constituido por los miembros de una comunidad. Implica que la creación del movimiento y el apoyo del grupo es natural y espontáneo, destacando las diferencias con comunidades promovidas por las estructuras de poder» y se originaron en Estados Unidos.

Su función primordial era ejercer presión en las autoridades políticas locales amenazando con no votar por ellos si no se escuchaban sus demandas.

Para que se diera esa condición debía existir una completa libertad de asociación, un derecho en ensamble religiosamente respetado en Estados Unidos según la investigación de Tocqueville.

Estas grassroots políticas eran parte del corazón y el alma del sistema democrático y fungían como la mejor forma de combatir la apatía que usualmente acompañaba al proceso de centralización del poder.

A través de ellas se podía ejercer presión contra la política local y desarticular el poder hegemónico de un estado centralizado mediante la movilización de los ideales periféricos. De esta manera se contrarrestaba la fuerza central desde distintos puntos estratégicos.

Las políticas locales son el mejor antídoto contra el peligro de un desbalance de poder entre el centro y la periferia.»

Otra forma de poder compensatorio, además de las grassroots era la religión.

Las iglesias cristianas y las autoridades religiosas eran tomadas seriamente por los políticos y por sus votantes.

Eran los ministros del clero los que recordaban a los políticos las bases morales de la sociedad cuando un político olvidaba sus implicaciones éticas en sus decisiones. Por ello se consideraba de suma importancia que alguien les recordara el replantearse las respuestas en términos de los valores morales fundamentales en una sociedad.

Así, los políticos debían monitorizar las reacciones críticas de sus votantes, los periódicos, las iglesias y otros políticos en diferentes ramas sistemáticas. Entonces había la esperanza de una práctica democrática que no violentara las libertades individuales de los ciudadanos.

 

Deja un comentario